Ateneo ofreció su última función
"Cuando quiero llorar no lloro" cerró agenda de la institución en la sede de Los Caobos
Aquellos aplausos tenían sonido de última vez. El telón se cerró y dejó delante y detrás de sí las miradas perdidas, los rostros desencajados, la melancolía, la rabia, la frustración, la incertidumbre& El de ayer no fue un Día Nacional del Teatro como otros: el Ateneo de Caracas, uno de los centros culturales más importantes del país cerraba el telón por última vez, al menos en la sede de Los Caobos, de la que fue desalojada por el Estado venezolano, tras el vencimiento del comodato de uso que tuvo la institución por más de 20 años.
Culminaba la temporada de Cuando quiero llorar no lloro, obra de Miguel Otero Silva, quien fuera, en vida, esposo de María Teresa Castillo, uno de los motores de la institución que fundara la pianista y compositora valenciana María Luisa Escobar en 1931.
Fueron los jóvenes de Rajatabla los encargados de llevar a escena el drama de una Venezuela herida de muerte, fracturada por las diferencias socioeconómicas. Tres jóvenes comparten el mismo nombre -Victorino-; el país -Venezuela-; la fecha de nacimiento y destino. Sin embargo, son parte de tres realidades diferentes, las de tres clases sociales irreconciliables, que dividen al país, que duelen.
Desde un día antes se agotaron las entradas. A casa llena se llevó a cabo la última función, aunque lo único que quedara en pie en el otrora Ateneo fuera el edificio administrativo, dos salas de teatro -una a partir de hoy- y un pequeño café que abrió sus puertas hasta ayer. En la librería hay un cartel que avisa que culminaron las operaciones comerciales; donde antes estaba el Moma Café, sólo queda el salón vacío; la Horacio Peterson está inactiva desde el 14 de junio&
En camerinos, la energía era la típica de una obra en proceso. Actores y actrices de un lado a otro, técnicos también en permanente movilización& En uno de los cubículos, el maestro Gilberto Pinto, autor de la obra La visita de los generales -que queda en cartelera por cuenta de la Universidad Experimental de las Artes-, compartía con el elenco: el primer actor Carlos Márquez caminaba lentamente hacia el bebedero; Germán Mendieta parecía sacado de una foto de los años 70 y Francis Rueda se cambiaba de ropa al interior de otro cubículo.
Más cerca de la sala Ana Julia Rojas, la energía juvenil de Rajatabla. Gabriel Agüero, quien interpreta a Victorino Perdomo, el joven de clase media que pierde la vida por la defensa de sus ideales comunistas, hablaba de cambio. "Esta función es muy importante, primero, porque es la última de la temporada; segundo, porque hoy (ayer) es el Día del Teatro; y tercero, porque cierra un ciclo en el Ateneo: Rajatabla abrió la sala Ana Julia Rojas con La Gaviota de Chéjov (abril de 1983) y cierra con Cuando quiero llorar no lloro".
El joven no se veía triste mas sí esperanzado: "El teatro tiene altibajos desde siempre, lo que debemos es luchar para que se abran más salas, para que haya más oportunidades para los actores jóvenes, es una lucha continua, son cambios. El teatro está lleno de cambios", comentó, al tiempo que agregó: "Lo que se anhela es que se creen más salas, que esto no sea un fin sino un comienzo, que haya giras nacionales... Siempre hay esperanza. Hay que ser positivo".
En poco tiempo darían sala, los relojes internos se aceleraban, cada cual, actores, técnicos y público, debía ocupar su lugar& En la distancia, se divisaba a un Román Chalbaud que entraba a los camerinos& el del maestro Gilberto Pinto.
Repudio al desalojo Tras finalizar la función de Cuando quiero llorar no lloro, el actor Gustavo Rodríguez robó a sus colegas algo del espacio de sus aplausos para hacer sentir el descontento del gremio teatral ante lo que consideran un atropello a la libertad de creación.
Tras recordar su participación en la obra La Gaviota, dirigida por Carlos Giménez en 1983, señaló: "Los teatreros nos sentimos consternados, dolidos, molestos, porque se cierra un espacio cultural. El arrebato inmerecido, vulgar, grosero, es un atentado contra el artículo 93 de la Constitución Nacional: 'La creación cultural es libre'. El Ateneo de Caracas ha sido desde 1931 un punto de convergencia, morada protectora, espacio de libertad, creación, innovación, y resulta que ahora es acosado permanentemente por factores de poder, hasta llegar a la mayor de las arbitrariedades".
Con la voz quebrada desde el inicio, Gustavo Rodríguez culminó su participación con el corazón de su manifiesto: "Como Frente de Resistencia Cultural José Ignacio Cabrujas repudiamos con todo nuestro ser el arrebato que se le ha hecho del edificio sede del Ateneo de Caracas". El actor invitó a subir a Carmen Ramia, directora general del Ateneo de Caracas, Tulio Hernández, Rafael Romero, Perán Erminy y Violeta Alemán, entre otros.
Un caluroso aplauso tuvo eco también en el Aula Magna, donde ayer se presentó Monólogos de la vagina de Eve Ensler, en homenaje al Ateneo, función que culminó también con la lectura de un manifiesto del Frente Cabrujas por parte de la actriz Carlota Sosa.
http://maikerinforma.blogspot.com/Culminaba la temporada de Cuando quiero llorar no lloro, obra de Miguel Otero Silva, quien fuera, en vida, esposo de María Teresa Castillo, uno de los motores de la institución que fundara la pianista y compositora valenciana María Luisa Escobar en 1931.
Fueron los jóvenes de Rajatabla los encargados de llevar a escena el drama de una Venezuela herida de muerte, fracturada por las diferencias socioeconómicas. Tres jóvenes comparten el mismo nombre -Victorino-; el país -Venezuela-; la fecha de nacimiento y destino. Sin embargo, son parte de tres realidades diferentes, las de tres clases sociales irreconciliables, que dividen al país, que duelen.
Desde un día antes se agotaron las entradas. A casa llena se llevó a cabo la última función, aunque lo único que quedara en pie en el otrora Ateneo fuera el edificio administrativo, dos salas de teatro -una a partir de hoy- y un pequeño café que abrió sus puertas hasta ayer. En la librería hay un cartel que avisa que culminaron las operaciones comerciales; donde antes estaba el Moma Café, sólo queda el salón vacío; la Horacio Peterson está inactiva desde el 14 de junio&
En camerinos, la energía era la típica de una obra en proceso. Actores y actrices de un lado a otro, técnicos también en permanente movilización& En uno de los cubículos, el maestro Gilberto Pinto, autor de la obra La visita de los generales -que queda en cartelera por cuenta de la Universidad Experimental de las Artes-, compartía con el elenco: el primer actor Carlos Márquez caminaba lentamente hacia el bebedero; Germán Mendieta parecía sacado de una foto de los años 70 y Francis Rueda se cambiaba de ropa al interior de otro cubículo.
Más cerca de la sala Ana Julia Rojas, la energía juvenil de Rajatabla. Gabriel Agüero, quien interpreta a Victorino Perdomo, el joven de clase media que pierde la vida por la defensa de sus ideales comunistas, hablaba de cambio. "Esta función es muy importante, primero, porque es la última de la temporada; segundo, porque hoy (ayer) es el Día del Teatro; y tercero, porque cierra un ciclo en el Ateneo: Rajatabla abrió la sala Ana Julia Rojas con La Gaviota de Chéjov (abril de 1983) y cierra con Cuando quiero llorar no lloro".
El joven no se veía triste mas sí esperanzado: "El teatro tiene altibajos desde siempre, lo que debemos es luchar para que se abran más salas, para que haya más oportunidades para los actores jóvenes, es una lucha continua, son cambios. El teatro está lleno de cambios", comentó, al tiempo que agregó: "Lo que se anhela es que se creen más salas, que esto no sea un fin sino un comienzo, que haya giras nacionales... Siempre hay esperanza. Hay que ser positivo".
En poco tiempo darían sala, los relojes internos se aceleraban, cada cual, actores, técnicos y público, debía ocupar su lugar& En la distancia, se divisaba a un Román Chalbaud que entraba a los camerinos& el del maestro Gilberto Pinto.
Repudio al desalojo Tras finalizar la función de Cuando quiero llorar no lloro, el actor Gustavo Rodríguez robó a sus colegas algo del espacio de sus aplausos para hacer sentir el descontento del gremio teatral ante lo que consideran un atropello a la libertad de creación.
Tras recordar su participación en la obra La Gaviota, dirigida por Carlos Giménez en 1983, señaló: "Los teatreros nos sentimos consternados, dolidos, molestos, porque se cierra un espacio cultural. El arrebato inmerecido, vulgar, grosero, es un atentado contra el artículo 93 de la Constitución Nacional: 'La creación cultural es libre'. El Ateneo de Caracas ha sido desde 1931 un punto de convergencia, morada protectora, espacio de libertad, creación, innovación, y resulta que ahora es acosado permanentemente por factores de poder, hasta llegar a la mayor de las arbitrariedades".
Con la voz quebrada desde el inicio, Gustavo Rodríguez culminó su participación con el corazón de su manifiesto: "Como Frente de Resistencia Cultural José Ignacio Cabrujas repudiamos con todo nuestro ser el arrebato que se le ha hecho del edificio sede del Ateneo de Caracas". El actor invitó a subir a Carmen Ramia, directora general del Ateneo de Caracas, Tulio Hernández, Rafael Romero, Perán Erminy y Violeta Alemán, entre otros.
Un caluroso aplauso tuvo eco también en el Aula Magna, donde ayer se presentó Monólogos de la vagina de Eve Ensler, en homenaje al Ateneo, función que culminó también con la lectura de un manifiesto del Frente Cabrujas por parte de la actriz Carlota Sosa.
Maiker Tovar Informa
Caracas.-Venezuela
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